A pesar de que el Hotel Cándido no se encuentra en pleno casco histórico, desde el centro de la ciudad se llega a él de forma rápida y sin complicaciones. Nuestros huéspedes valoran los accesos, sobre todo cuando quieren desplazarse al centro para recorrer la ciudad palmo a palmo. “En Segovia no hay distancias”, solemos repetir a los turistas. Siempre recomendamos pasear por la ciudad y aparcar los vehículos porque es el mejor modo de conocerla. Pero, sin duda, si hay un elemento de nuestro patrimonio que a todos llama la atención, ese es el Acueducto. Podríamos decir que este es el ‘kilómetro cero’ de la ciudad. Está situado en la Plaza del Azoguejo, frente al Mesón de Cándido, cuna del mejor cochinillo segoviano. Todavía muchos se sorprenden al conocer que fue declarado Patrimonio de la Humanidad por la Unesco en 1985. Y que el tráfico bajo sus arcadas se cerró en 1992.
Hay muchas curiosidades en torno al Acueducto romano, por ejemplo, sus leyendas. Nacieron cuando la razón no era capaz de descifrar el origen de la construcción, por eso las hablan de reyes, personajes mitológicos e incluso el mismísimo diablo. Hay historias asombrosas: en el siglo XIII, el arzobispo de Toledo relacionó la construcción del Acueducto con el mítico Rey Hispán. Para Diego de Colmenares, Hércules fundó Segovia 2.250 años después de crear el mundo y, desde luego que en tal empresa se empleó a fondo en dejar impecable su edificio ‘estrella’, el Acueducto.
Otra de las leyendas nos habla del diablo: dicen que construyó el Acueducto en una sola noche. A pesar de las leyendas, que siempre contribuyen a dibujar una sonrisa en nuestro rostro, pasear bajo sus arcadas en pleno siglo XXI nos trae siempre a la memoria la célebre frase que dice: “No estaban locos estos romanos…”.