Los clientes siempre tienen la última palabra. Si suelen acertar cuando piensan en un destino de vacación, ¿qué les impide elegir el mejor hotel para su descanso? Está claro que un viaje a las cálidas aguas caribeñas exige tener una habitación frente al mar, de igual modo que un safari fotográfico pide asomarse a su espacio natural de vida salvaje. Montañas, rascacielos, playas de blanca arena, amaneceres y atardeceres, edificios con siglos de historia y espectaculares panorámicas que nunca antes han visto nuestras retinas. Las vacaciones más largas del año están a la vuelta de la esquina y está claro que merece la pena detenerse para elegir buenos destinos y, desde luego, también buenos lugares para descansar.
En el caso de la ciudad de Segovia, todos los visitantes que la descubre por primera vez –también los que repiten- se marchan fascinados. En pleno centro, hay un lugar único que permite contemplar unas vistas espectaculares. Son las vistas más famosas de Segovia. Nos referimos al Mesón de Cándido, ‘casa madre’ del Hotel Cándido y referencia de la cocina segoviana por todo el mundo. Abrir cualquier ventana de los comedores es un regalo para los sentidos porque allí mismo se encuentra uno de los grandes símbolos de la ciudad: el Acueducto romano. No importa nuestro nivel de conocimiento arquitectónico, ni tan siquiera nuestra sensibilidad cultural. El Acueducto de Segovia impresiona y más cuando se contempla desde el interior del Mesón de Cándido. Por cierto, quien desee alojarse en la ciudad, recordamos que en el Mesón no hay habitaciones, pero apenas hay distancia entre el centro de la ciudad y el Hotel Cándido. Invitamos a comprobarlo