No importa que no conozcas Segovia, ni siquiera que solo hayas estado de paso y no hayas visto de cerca ni las piedras de su Acueducto. La huella de Roma, Cándido y el cochinillo son tres pilares por los que es mundialmente conocida. Sí, Segovia es famosa por muchas cosas, entre ellas las que mencionamos en el título de este post. Solo por conocer o disfrutar de una de las tres, ya merece la pena visitarnos. Su fama ha dado la vuelta al mundo y, si hay un lugar donde se concentran todas ellas, ese es el Azoguejo. Allí está el célebre y bimilenario Acueducto romano, una obra maestra de la ingeniería hidráulica que ha llegado hasta nuestros días en un excelente estado de conservación. La amplitud de su Plaza –la del Azoguejo, claro está- permite contemplarlo desde cualquier ángulo, y tan bella es la estampa de día, como la nocturna, cuando se enciende la iluminación artificial.
Otro de los hitos de Segovia es el Mesonero Cándido, cuya figura está irremediablemente unida al cochinillo, el tercer protagonista. No hay que irse muy lejos de la Plaza del Azoguejo, pues el célebre Mesón de Cándido está allí mismo, frente a las piedras del Acueducto. El establecimiento sigue siendo uno de los más emblemáticos de la ciudad y, aunque el insigne Mesonero ya no está, su legado está a buen recaudo, gracias al buen hacer de sus descendientes, que atienden el negocio como Cándido les enseñó.
La Plaza del Azoguejo no está muy lejos del Hotel Cándido. Un breve paseo te conducirá hasta ella y merece mucho la pena visitarla por diferentes razones, entre ellas, su antigüedad, los avatares históricos que marcaron su devenir y, por supuesto, porque nuestro origen está allí mismo, en el viejo establecimiento que Cándido llevó a lo más alto hace más de medio siglo. Y cuyo legado hoy está representado en la figura de sus familiares directos y los negocios que dirigen, fieles a las enseñanzas del Mesonero: el citado Mesón de Cándido y el Hotel Cándido.